En el año 2000 inauguramos la primer Escuela de Formación Terapéutica en Biosónica con cuencos de cuarzo y el primer showroom de importación y distribución mayorista de cuencos de cuarzo en Argentina y Latinoamérica.
Esta amplia trayectoria junto al constante compromiso con la calidad del producto, asistencia post venta y la responsable formación académica en nuestros seminarios, nos convierte en líderes y pioneros dentro de la región de habla hispana.
Efectos Terapéuticos
Los cristales de cuarzo se activan por medio del sonido y emiten un campo de energía que abarca sesenta centímetros cúbicos por gramo de masa de cristal y amplifica cualquier tipo de energía mental que transporte dicho impulso.
En los Puranas (antiguos textos Vedas de la India) se dice que el cristal de cuarzo puede aumentar el poder del pensamiento 15.000 veces.
El cristal de cuarzo amplifica los procesos de sanación en personas y espacios.
Los cristales de cuarzo pueden vibrar u oscilar de una forma regular y tienen una estructura molecular interna en espiral (muy similar a la del ADN). Esto hace que los cuencos de cuarzo tengan propiedades sonoras únicas, creando un campo sónico multidireccional que se expande hasta 8 kilómetros de distancia y que puede durar varios minutos antes de extinguirse.
Por el principio de resonancia, base de toda terapia que se realiza con sonido, los cuencos de cuarzo producen una interacción entre su vibración y la de la persona. La frecuencia producida por los cuencos tiene el poder de hacer vibrar los átomos y reorganizarlos en una estructura cristalina más armónica.
Su sonido afectará de una manera global al individuo, equilibrando su campo energético, los chakras y el cuerpo físico. La vibración repercute en la columna vertebral actuando como un poderoso vehículo de resonancia, y se extiende a través del sistema nervioso, a nuestras células, tejidos y órganos.
Los cuencos de cristal de cuarzo ofrecen distintas posibilidades terapéuticas de acuerdo a los distintos tamaños y notas en los que estén afinados.
Los sonidos más graves son de tendencia yin, femeninos, relajantes, expansivos y envolventes.
Los más agudos son de tendencia yang, masculinos, energizantes, intensos, dinámicos.
Los científicos norteamericanos Marcel Voguel y Normand Nikesell han podido observar que los tejidos sanos en el cuerpo guardan mayor organización cristalina en su estructura, mientras que en los que muestran signos de deterioro, esta organización atómica se desequilibra.
La potente vibración de los cuencos de cuarzo estimula a las neuronas a realizar sus conexiones, lo cual influye en la capacidad cerebral y el desarrollo de la conciencia. También, a nivel terapéutico, es posible solucionar problemas neurológicos, al establecer nuevas conexiones neuronales (El Dr. Jeffrey Thompson, director del Centro de Investigaciones Neuroacústicas de California) , ha conseguido resultados excelentes en el tratamiento de la dislexia, desórdenes en la falta de concentración y dificultades de aprendizaje utilizando frecuencias sonoras.
Por medio del sonido es posible cambiar los ritmos de nuestras ondas cerebrales, así como el latido de nuestro corazón y nuestra respiración.
Las ondas del sonido producido por los cuencos de cuarzo inducen a un estado profundo de relajación (estado alfa y theta) conduciendo a la conciencia hacia un viaje interior, a un estado de plenitud. Se ha podido comprobar científicamente que por medio de la meditación se genera un aumento significativo de la producción de linfocitos T en sangre, responsables del sistema inmunológico.
También el sonido cristalino repercutiendo en el cerebro, detona en el hipotálamo la secreción de sustancias neurotransmisoras curativas tales como: neuropéptidos, endorfinas, dopaminas y serotonina.
Los cuencos de cuarzo contienen dentro de sí un poder que va mucho más allá de la mera musicalidad, y que requiere tanto de nuestra apertura conciente para ser percibido, como de la correcta disposición e intención para ser utilizado. Con el cuenco establecemos una relación "espiritual" de corazón a corazón.
En palabras del Dr. Richard L. Gaynor, oncólogo norteamericano, que habitualmente trabaja con los cuencos de cuarzo con sus pacientes, "el sonido puede guiarnos, como un láser, al centro mismo de nuestra esencia, a la realización más alta de nuestro espíritu y lograr manifestar un cuerpo saludable".